El Huffington Post, el periódico orquesta más 2.0
La edición española de El Huffington Post celebra su primer medio año de vida con casi 2 millones de usuarios únicos al mes, una cifra que, como afirmó su directora, Montserrat Domínguez, en una sesión de 10 en comunicació, supera sus objetivos iniciales.
Ocho periodistas transversales, más una comunidad de 250 blogueros, producen unas 40 noticias al día que cambian la portada entre 4 y 6 veces para conseguir que el lector vuelva.
Además, mediante un sistema de agregación, seleccionan contenidos periodísticos de terceros –muchos de ellos llamativos y virales–, buscan la participación constante del lector abriendo debates, preguntas de trivial y comentarios en todas las noticias y posts, y están en constante colaboración con el resto de ediciones que tienen repartidas por el mundo.
Podríamos decir que estas son las claves de un modelo de negocio, basado exclusivamente en la publicidad, de un medio que, como fuentes, principalmente se nutre de agencias y de las redes sociales y que pretende posicionarse como “rompedor”. Un medio que rehúye de aquellos que lo definen como una plataforma de blogs o como un agregador parasitario al uso.
Un nuevo proyecto, no obstante, que ha sido tildado de cínico por no pagar a sus colaboradores. Una estrategia que para Montserrat Domínguez es precisamente la que les permite dar el máximo de espacio posible a nuevas voces. “Escribir como bloguero en nuestro medio es un win to win porque ellos ganan en influencia y nosotros en calidad y frescura”, sostiene. Una declaración que hiere susceptibilidades desde su nacimiento y que todavía ahora genera polémica.
Personalmente, opino que es lícito que haya blogueros que acepten el juego a cambio de visibilidad, pero también que un medio que afirma que “los blogs son su ADN” no puede tener una política de retribución alejada de un modelo periodístico éticamente responsable.
Si todos los medios tienen la obligación moral de buscar como tener ingresos, también tendrían que tener el deber de compartir sus beneficios con la gente que los construye. Se tiene que buscar el equilibrio y distinguir entre las colaboraciones puntuales no remuneradas y las firmas que forman una parte importante del proyecto.
Un modelo con más claros que sombras
Aún así, la parte positiva de la aparición de una nueva propuesta periodística como esta es que puede beneficiar a otros medios digitales redirigiéndoles tráfico y que puede estimular a otras publicaciones online a experimentar, a perder el miedo, a abrirse a nuevas voces, a captar el espíritu de las redes sociales, y a atreverse a publicar temas elaborados con material original y mediante nuevas herramientas.
Y es que los medios más tradicionales a veces se invisten de una autoridad que les impide ver los cambios sociales, que a pesar de que no siempre puedan ser noticiables, sí que importan y que, por lo tanto, no se pueden ignorar.
Por otro lado, también considero que el HuffPost ha entendido que promover la participación es una necesidad intrínseca para aquellos medios que piensen en sobrevivir.
Es por eso que persigue implantar un modelo de redacciones colaborativas, uno de los retos que todavía tienen que encarar muchos de los medios de comunicación en su convergencia digital como intentamos reflejar con el periodista Miquel Pellicer en un artículo en el que trazábamos el camino a seguir hacia las nuevas redacciones digitales.
No digo que las mismas fórmulas de esta gran apuesta por internet del Grupo Prisa tengan que extenderse a granel, pero sí que las redacciones se tienen que basar en el valor colectivo y que tienen que idear nuevos modelos –ya sea de periodismo de datos, nuevas narrativas, o dando el protagonismo a los lectores en aquello que se publica– si quieren recuperar el interés de la audiencia y ofrecer un servicio de calidad al usuario*.
*Nota: Este artículo también se ha publicado en el periódico digital catalán de cultura Núvol.com, en el que también encontraréis las opiniones de Anna Maria Iglesia y Jordi Cervera. ¿Cuál es tu opinión sobre el HuffPost?
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